miércoles, abril 28, 2004

(...) Qué quieren que diga, señores Cultos, señores Creyentes? —¿Al menos Dios lo sabría?. DIOS, si lo “supiera”, sería un puerco ¡Señor (en mi desampara invoco a “mi corazón”), líbrame, ciégalos! El relato ¿lo continuaré?). He terminado. Del sueño que nos dejó algún tiempo dormidos en el interior del taxi, fui el primero en despertar, enfermo . . . El resto es ironía, larga espera de la muerte . . .

G.Bataille

From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Wednesday, April 28, 2004 21:44 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: eterno retorno eterno Sabés qué, puchito? Yo nunca creí en el infierno. Es dificil, realmente muy dificil, creer que pueda haber algo peor que esto. A lo mejor las amenazas nos llegaron tarde, cuando ya nos habíamos mandado todas las macanas. Vos sabés que yo creo que el infierno es todos los días. Cada vez que obro mal se me hace más pesada la mochila de mi deuda. La refinancio de nuevo, pero las cuotas son cada vez más altas, y no se acaba nunca. Qué otras cosas habré hecho antes? LA ACCION Y LA PENA -¿Querés una historia antes de ir a la cama? Está bien. Marche una historia con final feliz. Dice algo así: Nunca quiso escribir nada. Escribir es dejar huella y quien tiene mucho de que arrepentirse prefiere andar en puntas de pie. Sólo que andar en puntas de pie en las arenas movedizas apenas si está reservado a las bailarinas clásicas y ella... era clásica en las conductas que heredó de los años duros, cuando tuvo que forjarse un temperamento que le permitiera llegar un poco más lejos que lo que su capacidad prometía. Y aprendió. Izó la divisa del miedo, miró fuerte, gritó, extorsionó, transigió sólo para volver a extorsionar. Marcó territorio, ordenó y le obedecieron. Fue patrón de estancia ceñida por esforzadas polleras que le daban la gracia que tiene un chancho cuando come. Algún día soñó que ser madre podía ser una cosa buena y eligió a alguno del montón para cumplir su cometido. Lo logró pero redimirse es otra cosa. Para ciertos menesteres los hijos son apenas una cortina de humo, un recreo. Cuando su foja de servicio empezó a parecerse más a un prontuario que a un legajo decidió que era tiempo de llevarse a otro lado los modales. Comenzar una nueva vida, como si nada hubiese pasado, como si los rastros de su paso pesado no hubiesen dejado huella o si nadie pudiera acordarse de sus andanzas. Duró su nueva vida lo que dura un pedo en una canasta de mimbre. Temió un linchamiento público o acaso la cárcel y se dio cuenta que era hora de darse su propia cárcel. Eligió ser bibliotecaria. Si hubieras leído algo creerías que está a punto de dejar su marca de ponzoña en cada uno de los veinte mil volúmenes que tiene a su cuidado. Pero no; ella tampoco leyó eso. Creo que lo vio en alguna película. -Que duermas bien. O, al menos, que duermas.
From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Wednesday, April 28, 2004 20:34 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: like a rolling stone 2 Un descanso reparador era lo que me estaba faltando. O a lo mejor que existe la paz y no es sólo el nombre de una remota capital suramericana. Me vi obligado a echar mano a la botella encima. No podía menos que sentirme un ladrón, un violador de correspondencia, un mensajicida. Tomó la botella con desdén, quitó el papel y lo leyó:

Ars Poetica no interesa si tienes cáncer o una mujer tapió su puerta o el pueblo de la infancia está desierto y el desierto también llegó a tu infancia no interesa lo que sudas lo que piensas si tus padres se van en pantuflas atardeciendo si tus hijos arremolinan los días no interesa si fuiste la suma de posibilidades y ninguna acción no interesa sólo interesa alguna mujer empeñada en torcer el destino de su hombre algunos actos que suceden intangibles lejos de vos como las hormigas obstinadas en las hojas del rosal esas cosas pueden interesar no pasarte los días escribiendo sobre tu puto ombligo.

No quedaba más para decir. Metió de nuevo el papel en la botella y me la ofreció con desgano. Estuve a punto de rechazarla pero preferí seguir mi marcha hacia la buhardilla, la ducha y la cama. El poema se lo debo a Néstor Tkaczek

martes, abril 27, 2004

From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Tuesday, April 27, 2004 22:44 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: like a rolling stone Qué estúpidos pensamientos le vienen a la cabeza a uno cuando dejó las cosas hechas por la mitad. Puchito querido, no ténes idea de lo que me pasó. Cuando esté de vuelta te voy a contar la historia con pelos y señales. Por lo pronto conformate con lo mismo que lee el que paga cincuenta guitas y de paso tiene papel para envolver huevos. Un abrazo. LEJOS UN FAROL He caminado sin rumbo todo el día. Nada deseaba tanto como ser derrotado por el cansancio, llegar a mi buhardilla, bañarme y meterme en la cama incluso sin probar bocado. Como era de esperar la noche tendió sus redes sobre mí en medio de una callejuela mal iluminada. A lo lejos se veía un gran farol, la única luz en la que podía confiar para saber si de veras era yo el que caminaba y no me había convertido en otro en el intervalo. Desde un recodo que ya no recuerdo salió una voz apagada que decía: -Sos vos, Pucho? No andaba nadie por ahí. La voz se dirigía a mí. Las palabras mágicas eran obra de lo poco que quedaba de un hombre, o algo así. Lucía el impermeable que sólo se le conoce a los detectives y a los vagabundos. Creí adivinar su olor pero me posiblemente me haya confundido con los hedores de los depósitos del abandono que daban a la callejuela. -Si sos. Te reconocí. Aun podés cortar el aire con esa caminada que te es tan propia –me dijo y yo encontré una buena excusa para temblar. Quién podría ser este vagabundo. Me conocería de antemano. Cómo podría confundirme con Pucho, mi amigo entrañable, cortacables de redacción, actor protagónico de mis delirios de escriba incomprendido, soñador que ya emprendió el retorno. -Vení, sentate. Me senté solo por darle el gusto. Ahora que lo escribo no sé si le daba el gusto a él o a mi miedo extendido en escozor y arrebato de frío. Me pidió un cigarrillo y nos entregamos a la ceremonia de fumar como se debe: en perfecto silencio. Con cada beso a su cigarrillo, la pequeña brasa se hinchaba de una manera que sólo he visto en mis tiempos de escolar cuando había un faso para siete y todos queríamos matarlo de una sola pitada. -Qué hacés con una botella vacía encima? -Qué botella, dije yo con temor. -La que sacaste del charco el viernes pasado. ¿No tuviste bastante con impedir que llegara a destino el mensaje?

lunes, abril 26, 2004

From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Monday, April 26, 2004 23:07 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: Addenda Pucho y demás camaradas: Algo me dicen que se sospecha de mí, que dicen que yo no viajé a ningún lado y que estoy inventando todo desde la casa de un cuñado. Si alguien se atreve a sostenerlo delante de ustedes, tengan a mano este texto. No sé si vale por si mismo pero vaya como acto de buena voluntad hacia todos aquellos a los que quiero cagar a trompadas. Siempre he pensado que el hombre es de ningún lugar y que es la costumbre la encargada de que hacer lacrimoso el recuerdo del propio terruño. Hasta aquí he renegado de la impostada nostalgia tanguera que asimila el sentimiento a todo aquello que uno ha perdido a fuerza de seguir la huella de la vida. Y a ese avance no hay garrote con qué pegarle. Me causaría el mismo desagrado ver a un par de sujetos elaborando el duelo que les provoca el efectivo cumplimiento de la ley de gravedad. Será porque sé que no soy ése que hoy, precisamente hoy, me detuve a pensar en que desde que no trabajo desde el bullicio de la redacción ya no atiendo en el teléfono a acreedores mártires de la perseverancia; a enfurecidos hinchas de Chacarita Júniors; a apologistas de Roberto Arlt; a la vieja chusma que me felicita al mero efecto de que yo preste atención a las bondades de su hija, la menor. Resulta paradojal pero hoy puedo escribir con mayor lucidez (aunque con la ineficacia de siempre) los dimes y diretes de mi vecindario. Ahí me veo: engranaje del sistema obsoleto, pataleando por pervivir en el pantano, con ideas brillantes que me visitan cuando duermo. No seré yo quien recree la demasiado valorada idea de rajar para encontrarse con uno mismo. Al contrario, uno se va para despojarse de sí mismo, colgar de una percha la osamenta, retroceder dos pasos y ajusticiarla. Con esto quiero decir: me molesta que me persigan, me joden las felicitaciones, me dan ataques de caspa cuando dicen que soy horrible. Definitivamente el infierno son los otros, mejor dicho, son ustedes. Pero también quería rescatar otra idea: si hay algún párrafo afortunado, alguien me lo dicta; si ven alguna contradicción que me sea fiel como un perro sarnoso es que no pude evitarlo: algo de mí lo cargué en la maleta.
From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Monday, April 26, 2004 22:26 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: A mí también me duelen los lunes Buenas noches: Sabrán disculpar la demora. Desde que llegué he prescindido del reloj y es la luz solar la que me guía. Vale decir que en los días de cielo encampotado surgen complicaciones. De esas no hablaré en esta nota. Pero sí de otras. Hoy caí en la trampa de ir donde todos van, a ver lo que todos ven y no encontré otra cosa que lo que ya había visto hace mucho. Antes no lo comprendí. Ahora estoy aterrado. Esto es para ustedes: En Espasmodia no hay espacio para la sofisticada industria del entretenimiento. El que viene aquí busca precisamente eso: que esa prodigiosa ausencia no encarcele lo poco que le queda de su condición humana. Así, los turistas se detienen básicamente a mirar la nada y pueden mirarla majestuosa durante horas y horas sin que pueda entenderse qué es lo que pretenden. A la nada es fácil hallarla y con ella al todo. Es el propio mar que besa al cielo en el horizonte, el que invita al recogimiento, a acortar la fuente de energía de estos engranajes de la desmesura.. Este redactor también ha caído en la tentación de contemplar esta magnífica obra con el rigor que desplegaría un experto en una pinacoteca. Sólo que aquí no se han escrito tratados, no hay reglas de estilo; sólo la obra y la contemplación que son casi una sola cosa. A diferencia de la inmensa llanura pampeana en la que algunos estudiosos han querido ver un ámbito apacible para el aterrizaje de las naves celestiales, es en el mar en donde puede alcanzarse una aproximación a la idea de dios. Basta con imaginarse el mar como la infinita concurrencia de gotas, todas iguales y todas distintas a un tiempo, cada cual compuesta por otro infinito de gotas, más pequeñas cada vez y más inmensas en su sustancia; esa que sólo puede sospecharse a fuerza de ver su mágica acumulación en un sujeto que conjuga la paz y la guerra, el devenir y la perpetuidad. Un virtuoso ha dejado escrito con tinta indeleble que la historia ha de contarse dos veces. En mi caso, esta historia ya me había sido revelada en mi propio cuarto en una febril noche de verano. La cama que solía arrullarme esta vez soportaba a Nico que se debatía entre el sentimiento de culpa de mi padre y un grado de demencia que yo no podía entender. Sus posibilidades motrices escasas condenaban a mi madre a limpiarlo cada vez que no controlaba sus esfínteres. La perplejidad de mis pocos años o los rezos de mi madre convocaron en la última noche de Nico a la enorme presencia. El, ya entregado a su destino, hacía días que ni siquiera se quejaba. Fue en esa noche que dijo: -Gabriela, no te preocupés más por mí. Yo ya estoy muy bien. Adiviné algo que no entendí. Ya podría volver a ocupar mi cama.

domingo, abril 25, 2004

ni las canciones en la radio ni la vista de mi ventana ni en ese libro que me empeño en regalar y no quiere a nadie que no sea yo ni en los archivos de ayer ni los borradores de mañana ni en el silencio que se arruga en los rincones ni en el cigarrillo que fumo a la mitad ni en la ducha ni en un pedazo de pan en ningún lado veo el fantasma de esas huellas, la confianza que habrá ido en en pos de otras puertas otras promesas, otras escaleras las que pude y no supe las que supe y no quise las que quise y no pude

viernes, abril 23, 2004

From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Friday, April 23, 2004 21:40 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: Franco Sr. Jefe de Redacción: Para absolverme de sus reclamos de una nota para el día de mañana la mando hoy mismo. No es que desee guardar el séptimo día. Al fin, todo depende del día que uno escoja como comienzo de semana. Lo mío es sólo fiaca. En esta isla no hay dragones, pero hoy es San Jorge y bien puede perdonarse al suscripto una morosidad de un día. A Ud. qué le parece? UN MUNDO SIN KOMODOS Un mundo sin dragones, sin fábulas, sería redondamente una porquería. Que existan las fábulas, los fabulistas y los fabuladores no puede decirse que haya compuesto del todo las cosas, pero no puede negarse su condición balsámica. La sabiduría de mi buena amiga o acaso mi dudosa virtud de ser el inventor de cosas cosas que ya existen, me ha llevado por las provincias que pueden leerse a renglón seguido. Desde que existe alguna memoria, el dragón representó el poder del universo. A estos fines, su creador reunió en él cada uno de los elementos de la naturaleza: vive en las profundidades de la tierra, de los mares o de los lagos; es capaz de volar y, con el tiempo, adquirió la capacidad de arrojar fuego por sus fauces. Conocer a un dragón hoy está al alcance de cualquiera que sea capaz de juntarse unos pesos, los suficientes como para viajar a Indonesia. Apenas uno arriba al aeropuerto, debe preguntar por el Parque Nacional de Komodo. Allí se encuentran los dragones komodo (en un alarde de creatividad que me ha hecho flamear los cordones de los zapatos). El imperativo de controlar su temperatura corporal suele amontonarlos en las proximidades de los árboles más frondosos. Se alimentan de cualquier cosa, incluso de dragones más pequeños. Por esta razón y por la su increíble capacidad de generar una saliva apta para paralizar a sus presas, se recomienda verlos desde una distancia más que prudencial. Los Komodos tienen un sistema de comunicación muy especial, a través de sus deshechos orgánicos. Así pueden determinar la edad, tamaño y sexo de otros dragones. Incluso pueden saber si existe algún peligro, o si otro Komodo está enfermo. En Espasmodia se ha gestado un movimiento literario de ultravanguardia que pretende una literatura komódica por la capacidad incendiaria de sus obras. El bando antagónico sostiene que el calificativo obedece a que sus rivales utilizan sus propias deposiciones para decir algo que ya se sabe: estamos en peligro.
tapate la garganta mamita, que después vienen los rezongos
From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Friday, April 23, 2004 20:40 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: Pido gancho Mis queridos amigos: Estoy preocupado. Será el avance de la gastritis, los excesos del tabaco o la consagración de mi impericia. El hecho es que hoy no he podido valerme de ninguna historia que valga la pena contarse. Sólo por decir algo que justifique mi salario paso a remitir: ALGO AHÍ CONMIGO Llevar la voz cantante, tomar la palabra para decir cosas interesantes ha de ser una bendición de los dioses que no me ha tocado en suerte. Dejar huella, trascender o apenas tener el don de entorpecer el tránsito, nos aproximan a la idea de existencia. Estorbé, luego existí podría ser un buen epitafio para el redactor que escupe estas palabras. Cuando me dí cuenta de que estaba alterado ante ella, incapaz de articular una frase, intenté ponerme de pie. -No sé mucho qué es lo que hice hasta hoy. Me agarrás malparado. Pero sí, la vida no me ha sonreído o, para mejor decir, he sido yo el que mezquinó la sonrisa. Para serte franco... -¿Sabías que había un tipo que hizo famoso tu nombre, Jorge, por vencer a un dragón sólo por quedarse con una doncella? -No, madre. Desconozco las bondades de los libros. Crecí en una casa en la que no había otro libro que la biblia. A esas magras lecturas les debo las torturas de las horas que dedico al reposo. Hablo del reposo del cuerpo; las catreras para el alma no se venden en los establecimientos que suelo frecuentar. Si hubiera leido mucho sería escritor, pero debo conformarme con redactar crónicas para un diario y en los diarios lo importante es título un día o dos y las novedades sepultan a los textos. Así que si escribí algo bueno alguna vez no alcancé a darme cuenta. Mi estigma es que nazco con la letra capital, la que inaugura la nota, y muero a los tres párrafos. -Pero renacés.

jueves, abril 22, 2004

From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Thursday, April 22, 2004 22:27 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: Perdones Y sí. Llegué tarde el cierre de la edición de hoy. No creo que ningún lector eche de menos estos textos. Acá la Review no se consigue así que me permito dudar de la efectiva publicación. Y bueno, los entiendo. La vida es más dificl que la escritura, pucho, acordate de lo que te dice este sotreta. Saludos. LAS COSAS QUE DICES CUANDO CALLAS -Quién sos? -me preguntó. -Nadie, un infeliz, -dije yo que estaba triste por los efectos del whisky. La escuché sin pasión y con calma, como Haroldo quería y esto dijo: No me digas que vos venís a este mundo a ser feliz y como no lo conseguiste, te sentís frustrado. Te voy a contar un par de historias que acaso te sirvan. Héctor vivía son su esposa Haydée y un par de hermosos críos. Un día, harto de su desempleo, de la malaria general, de la indiferencia diaria, en el fondo harto de esas múltiples maneras de no existir, tomó una decisión. Se compró un chumbo. Aprovechó que los pibes dormían y los mató a los dos. Después fue el turno de su señora. Nunca se supo más de él. Ni un rastro en el río, ni una señal, la ropa toda en su lugar. Simplemente desapareció. Hizo lo mismo que hacen algunos animales cuando saben que no podrán alimentar a sus crías. Antes de someterlas a padecimientos mayores las matan. Seguro que él compró esa idea de que el hombre viene a este mundo a ser feliz y cuando sintió que la felicidad no era para él no soporto la verguenza. El otro cuentito está protagonizado por Juan Carlos. El tuvo una vida un poco más afortunada. Digamos que cumplió el sueño del inmigrante. No puede decirse que se haya hecho la América que habían venido a buscar sus padres por acá, pero no pasaba sobresaltos. Un día secuestraron a su único hijo. Le pidieron un rescate millonario. El juntó fuerzas y billetes de donde no tenía. Negoció. Llegó a un acuerdo. Pero algo salió mal a la hora de la entrega y los secuestradores mataron a su hijo. El en vez de lamentarse por la irreparable pérdida encabezó movilizaciones, leyó petitorios, respondió reportajes. No le importó haberse rebajado a transigir con gente de la peor calaña. No pensó en que el contrato pudo cumplirse y él seguir en su paz de hombre vulgar. El y los que lo siguen en las procesiones, lavan sus culpas alzando velas como quien después de cagar a medio mundo va el domingo a la iglesia, se golpea el pecho y deja una ofrenda sustanciosa. No te confundas. Los animales son los que se conforman con lo que hay sin pretender más complejidades. Hay que hurgar en la mugre, someterse a dificultades, ponerse a prueba, para dejar algo cuando sea el tiempo de la partida. Vender muchas camisas, mirar televisión, tener una esposa generosa en caderas puede darte una sensación de satisfacción. Es el éxito, la marquesina, el glamour eso que han dado en llamar felicidad. Si eso te ha faltado hasta hoy, no desesperes. Esas luces enceguecen, aletargan y por último atrofian. Buscá dificultades. Los tesoros están ocultos y tratar de desenterrarlos es cosa de cada día. Hay que andar y andar aunque no haya ningún lugar al que llegar. -Por ejemplo, qué has hecho estos años?, me dijo con ojos inquisidores. Y no supe qué decir.
Para hacer algo bueno, tenemos que parecer peligrosos y desobedientes con los que nos han precedido dijo alguna vez John Maynard Keynes. Me parece que es una frase óptima para quitar de contexto y decir que es una buena hora para echar de nuevo las cartas a la mesa. Tantas verdades consagradas con el tiempo, tanta voz de la experiencia, tanta cana, tanto libro ajado y ¿esto somos?.
From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Thursday, April 22, 2004 14:47 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: Quiero más viáticos Amigos, compañeros, camaradas, acreedores varios: No he logrado avanzar demasiado en la pesquisa, pero al menos conseguí entablar conversación con una señorita. Con tan poco material no creerán que compartiré hoy mismo con Uds. las delicias de aquélla charla. Un principio fundamental del periodismo es: no digas toda la verdad hoy mismo que quizá mañana la eches de menos. Si sirve de algo, y rogando la compasión de los correctores, adjunto nota. TRAS LA PALABRA AVARA Quién era ese escritor que caminaba y caminaba como si anduviera persiguiendo por las calles una hora insospechable, la de la palabra justa, esa que nunca tuvo a mano. No lo recuerdo bien. Mi memoria prodigiosa recuerda (por haberla leído, claro) la alineación de Chacarita Júniors en el Metropolitano del 68. Lo extraño del caso es que nadie me lo ha contado: no había quién me lo contara dentro de mi familia. Esto resulta obvio toda vez que no hay demasiadas familias decentes que tengan algún integrante que simpatice con la divisa de Chacarita. Pero con los escritores no hay caso. Lo tengo en la punta de la lengua (de la estilográfica, para ser más ajustado a la realidad), pero nunca lo recordaré. Mejor así. De cualquier manera a él poco le gustaría que lo recuerde como eterno caminante antes que por alguna frase digna del bronce. Pero no sé por qué me detuve en él si lo que quería decir es que con dificultad salí del bar. En realidad dificultad no era el nombre de la mesera (a quién se le ocurre!) que me llevó del brazo hasta la buhardilla donde apuraré estas noches. Digamos que el misérrimo viático me ha confinado a un residencial. Y pese a la connotación dulzona de la palabra, cabe advertir que ese nombre -como tantos otros- se ha hecho carne en el uso de las gentes que ya a nadie importa que esta construcción tenga escasas condiciones de habitabilidad. Esto le invita a pensar al redactor ergotista que esto suscribe que, como dicen las escrituras, lo primero fue la palabra. Es decir, la medida inicial del grupo de académicos al que se le ocurrió esto fue inventar nombres para todo y recién en una segunda etapa del proceso se crearon los objetos y a estos se les asignaron nombres revoleados a la marchanta. Solo como estoy y sin mayores noticias comprenderán que me detuve ante una vidriera a mirar las noticias. Me sorprendió un morochito que proponía reducir la edad de imputabilidad -parece que aquí andan en los mismos menesteres que nosotros- de dieciocho a diez años. "Para delitos de adultos, penas de adultos" dicen que dijo. Me pregunté si se habría puesto colorado al decirlo, pero estimo que no. La clase política ha de tener problemas de pigmentación en la epidermis. El tironeo en el brazo que me prodigó mi acompañante me impidió saber un poco más. Quizá era un diario satírico. Sinceramente, dificultad, o para ser más preciso Marisa y la caminata, fue lo único interesante que me ha pasado hasta ahora y es por ese motivo que en esta crónica escrita con tinta amarga no se dice nada relevante. Acaso sólo haya querido decir que hoy también he buscado un objeto, no sé cuál. que tenga algún parecido con el nombre que le han puesto. La tarea ha sido vana. Lo que no entiendo es por qué no he podido deshacerme aun de la maldita botella.

miércoles, abril 21, 2004

Quid est optimum ac pessimum? Verbum En busca de una razón que justifique la existencia de este blog -casualmente ahora que dudo de su utilidad- fui a dar con esa frase. Y es lo suficientemente buena (quizá a los que crean que lo viejo es bueno se les dibuje una sonrisa) como para que me deje de molestar por un buen rato con la cacería de excusas.
From: REDACTOR ESPASMÓDICO Sent: Wednesday, April 21, 2004 14:09 To: Redacción PATAGONIAN REVIEW Subject: Una botella mojada todavía Joder! En Espasmodia hace un frío de esos que convidan a la cama, hábitat natural del hombre (y la mujer), pero ya ven que me han enviado aquí para llenar los espacios vacíos de la Review y no tuve más que refugiarme en un bar que, para colmo de males, estaba completamente vacío. En consecuencia no pude entrevistar ni siquiera a un ánima. Únicamente para dar una señal de vida es que les envío lo que encontré en una botella tirada en un inmenso charco que me dificultaba el ingreso al bar. Quizá sirva de algo. Un abrazo para todos y hasta más ver. UNA BOTELLA MOJADA Y TODAVÍA con las últimas gotas de una botella alisé el erróneo borde de una pena que me sabe dueño y no la quiero en una isla no hay cielo, apenas mar y es mi fe que el mar -que en su grandeza me está vedado- se prolonga en un charco no sé cuál aunque quisiera para echar en el charco la botella para en ella guardar el silencio de un rincón junto a un papel que acaso diga el ayer no lo sabe todavía y si es que llega a destino mi recado y otras manos cobijan la paloma sobre el papel tal vez o en la botella con lágrima de mujer se escribiría quizá un poema sin rencor quizá el que ella quería
viste que a veces el pasado vuelve. sí, lo habrás visto antes. no vas a decirme que mí solo me pasa que cuando menos me lo espero aparece la princesita de esa noche de extravío alcohólico, que tanto trabajo costó convencer esa noche pero era presa facil porque se olfateaba en el aire; o el infradotado al que denostaste tantas veces por esos modales que pretenden ser recoletos y en él parecen el libreto de un sainete. seguro que te habrá pasado porque a mí me ha pasado docenas de veces. sí. puedo aceptar que la princesita aparece muchas menos veces. sólo exageré el ejemplo para pintarte más clara la idea. si te ha pasado alguna vez podés ponerte en mis zapatos. soy de los que creen -o creía, para mejor decir- que sólo se trata de una variante bastarda de los dejavús. y pongo enfásis en ese caracter porque nunca había visto otra razón que la sugestión. esa que se da tantas veces cuando uno piensa que te piensa alguna cosa. antes, cuando me sucedía, sólo me reía del absurdo de esta perra vida que nos hace sentir un poco más viejos poniéndonos cara a cara con alguna delicia o rubor de otro tiempo. todo para que nos demos cuenta que el reloj avanza y que no nos dejemos engañar por esa sensación de presente continuo, de ayer que no fue nunca y mañana que nunca llegará. y es allí cuando el absurdo lastima. y es por eso que hasta hoy he echado mano a la idea de que todo es sugestión. te juro que al principio creí que se trataba del viejo truco, pero sólo llegan a viejos los trucos que son buenos. no era éste el caso. tampoco es la materialización de una idea que me persigue. sos vos, hijo de puta, que al pasar esa puerta me recordaste que todavía no terminé con mi obra y no sabés las ganas de cagarte a trompadas que tengo acumuladas. sentite bien que hoy serviste para algo. ya no creo en dejavús bastardos. sí, y justo vengo a darme cuenta con vos, que decías que toda casualidad es una cita.

martes, abril 20, 2004

primera noticia sobre el reino de Espasmodia

Cuentan que en el reino de Espasmodia acontecen episodios extraños o cuantimenos absurdos. Así es que, mitad para evitar la abulia que suele caer sobre esta redacción, mitad por la impresión desagradable que nos ha dejado el texto que más abajo transcribimos, hemos decidido el envío de un cronista a aquélla tierra extraña para echar luz sobre una gente que -hasta ahora- ha resultado inescrutable. El texto fue arrimado gentilmente a nuestras oficinas por un turista que visitaba el Puerto Rawson. Además de su sorpresa, sólo pudo aportar, no sin sorpresa por la singular grafía, marca registrada de los espasmódicos, que lo encontró dentro de una botella -que también nos dejó en custodia-. Aquí el documento: "No creo que sea bueno para nadie que pierda mi tiempo escribiendo en estado de emoción violenta pero siento necesidad de hacerlo; de lo contrario temo que me explote una úlcera o tenga que pelearme con algún vecino. Sólo quería decir que, a pesar de lo que digan, prefiero ser sincero y mostrar mis limitaciones, candidez, liviandad o como quieren llamar a esta torpeza que no puedo maquillar. Peco de inexperto en muchas ocasiones y tantas otras ni siquiera me doy cuenta. No lo digo como defensa: no necesito defenderme de nada. El que quiera leer a eruditos puede ir acá cerca, que está lleno. El que busque alta literatura, mejor que ni se detenga en mis nimiedades. Este, quedó dicho muchas veces, es un espacio de miscelánea pasatista sin fines de lucro ni de promoción. Está a cargo de un principiante -ni yo se bien de qué- que no ha leido nada, que no atesora diplomas, pergaminos ni banderines, que no ha tomado cátedra con ningún profesor de alta alcurnia y que encima tiene la cara un poco dura y, de puro ignorante, se ríe de ciertos códigos. Supongo que a los integrantes de la república de las letras esos códigos les servirán de algo. Para mí son como esos nichos que arman los contadores para guarecerse de los extraños. Quieren preservar un status quo miserable con un paraguas. Lástima que esta vez no se trata de lluvia; es un derrumbe. Sepa disculpar el lector desprevenido: no suele ser éste el tenor de los textos aquí volcados. No se puede satisfacer a todos los públicos y este es el motivo de que yo redacte esta porquería." De un primer análisis realizado por expertos surge que el papel utilizado tiene un talante similar al que puede encontrarse en cualquier tacho de basura y que respondería a un manifiesto que quedó trunco o que no excedió el carácter de boceto. A vuelta de correo elctrónico podremos adicionar más datos sobre el particular... si es que la buena estrella alumbra a nuestro enviado.
Como dice una amiga mía: si no tenés inteligencia es hora de que comiences a usar minifaldas. Lo malo es que ella cree que usa minifaldas porque es inteligente. En cierto punto lo es. No puedo negar que le ha dado algunos buenos resultados. Por caso ya no viaja más en colectivo, lo cual no es poco decir si lo medimos con el parámetro del confort, que es el que rige nuestra época. Nunca había creido que tal doctrina pudiera tener mayor predicamento. Quiero decir: nunca pensé que las minifaldas tuvieran algo que ver con la dignidad de la mujer ni leí en ellas una declaración de guerra. Pero, esto dicho en tono confesional, soy un ingenuo de los que ya no se fabrican más. Qué habré estado haciendo yo cuando se escribían las nuevas reglas de convivencia en mi mundillo? Preferiría decir que no uso minifaldas porque mis antepasados eran alemanes, no escoceses. Pero si me apuran tendré que decir que no las uso porque tengo várices, y eso sí que será triste.

lunes, abril 19, 2004

la torcida línea editorial de este espacio

(o las cosas que escribo cuando se me hincha la vena) No creo que sea bueno para nadie que pierda mi tiempo escribiendo en estado de emoción violenta pero siento necesidad de hacerlo; de lo contrario temo que me explote una úlcera o tenga que pelearme con algún vecino. Sólo quería decir que, a pesar de lo que digan, prefiero ser sincero y mostrar mis limitaciones, candidez, liviandad o como quieren llamar a esta torpeza que no puedo maquillar. Peco de inexperto en muchas ocasiones y tantas otras ni siquiera me doy cuenta. No lo digo como defensa: no necesito defenderme de nada. El que quiera leer a eruditos puede ir acá cerca, que está lleno. El que busque alta literatura, mejor que ni se detenga en mis nimiedades. Este, quedó dicho muchas veces, es un espacio de miscelánea pasatista sin fines de lucro ni de promoción. Está a cargo de un principiante -ni yo se bien de qué- que no ha leido nada, que no atesora diplomas, pergaminos ni banderines, que no ha tomado cátedra con ningún profesor de alta alcurnia y que encima tiene la cara un poco dura y, de puro ignorante, se ríe de ciertos códigos. Supongo que a los integrantes de la república de las letras esos códigos les servirán de algo. Para mí son como esos nichos que arman los contadores para guarecerse de los extraños. Quieren preservar un status quo miserable con un paraguas. Lástima que esta vez no se trata de lluvia; es un derrumbe. Sepa disculpar el visitante desprevenido: no suele ser éste el tenor de los textos aquí volcados. No se puede satisfacer a todos los públicos y este es el motivo de que yo cuelgue esta porquería.

ojos malditos

Jugábamos a hacernos mal. Sufrir por el otro hasta llegar al punto de ver que el amor es una llaga y regodearnos con ella. Nunca entendí su gusto por la sangre y los bisturíes. Sólo por contrariarla yo prefería que nos lastimásemos sólo con las manos. Para qué más. Mi juego favorito era el de desnudar los ojos. En mi vida los ojos han sido siempre el signo, la marca de lo mejor y de lo peor que puede pasarme. En ellos supe que el vicio y la virtud son la misma cara de la moneda; que la torpeza puede conducir por caminos sublimes; que lo hermoso es la obra de dios y que en todo el resto, incluso en nosotros, mamíferos de carroña sin capacidad de vuelo, es belleza salpicada con bosta. No me había detenido a analizar el juego. Tan importante era jugar que ya no pensaba en otra cosa. Resulta difícil creer las invenciones de las que se vale el ser humano para llenar el enorme hueco de la existencia vulgar. Se trataba de arrancar, una a una, las pestañas sin más herramienta que los dedos. Uno con los ojos bien abiertos, bebiendo la luz al borde de la lágrima; el otro con un par de dedos por toda pinza, dispuesto a arrancar el modesto premio. Así con todas las pestañas, una vez a diestra y otra a siniestra en busca de la imposible simetría. Si la imprecisión o la torpeza deparaban más de una pestaña entre los dedos pinza, se invertían los roles y así hasta la completa desnudez de los ojos o la lágrima o la fatiga, lo que fuese primero. Se sabe que las pestañas y las cejas son un cerco que protege a los ojos de las agresiones de la naturaleza hostil y que las lágrimas son un ejercicio de defensa higiénica contra la basura y la pena. Quitar ese cerco sin llorar era el desafío. Queríamos vernos espadas sin escudo, hacer el amor a la intemperie, romper los designios naturales y sufrir un poco más. Es ahora cuando ya tengo nada entre los dedos que elaboro que jugábamos sólo porque yo lo había querido así. Mis cejas frondosas y mis pestañas largas poco agraciadas guardando a los ojos escasos, eran la perpetua presencia de mi madre cuidándome hasta el exceso. Sólo ella podía quitarme esa carga, devolverme a la plenitud sensitiva y un poco más. Tan importante era jugar que la última vez que lo hicimos sentí que ya no tenía más ojos. Cuando me dijo que no había razón para seguir sufriendo, ella no podía saber la enorme culpa que yo sentía en mis espaldas. Desnudos por última vez mis ojos son ahora los de un fantasma que no sabe lo que busca. Enorme el mundo que me ha tocado y pequeña la mirilla mía que ella se llevó con su renuncia. Por qué razón veo nunca lo supe. Será que ya es nada lo que deseo ver.

domingo, abril 18, 2004

No puedo perdonarme la cobardía. Voy a morirme con la culpa de saber que no di lo mejor. Tengo unos indecibles deseos de llorar y no puedo. Estoy seco. De lágrimas y de razones.

sábado, abril 17, 2004

Lo malo de las italianas es que se enojan. Lo bueno es que se les pasa. A veces.
"La vida de Jesús fue violenta y la película no podía haber sido diferente", dijo Mónica Bellucci acerca de La pasión de Cristo. La belleza, y por lo tanto la verdad, es por completo ajena al concepto de justicia. Pero a quién puede importarle demasiado?

Leo

No queremos que nos den una mano; sólo que nos saquen la pata de encima. Tomad de ellas lo que puedan tener de hospitalarias. Noooo me la pude cogeeeeeeeeeeeeeeeeeeer!!! Apenas tres frases (todas ellas citadas perfectamente y dibujando con lápiz maestro el perfil del autor) de un tipo que lo conoció todo y prefirió quedarse a la vuelta de mi casa. En realidad no sé si lo prefirió o si fue la sentencia de algún señor que mueve los piolines de esta cosa, que no anda demasiado bien, por cierto. De pequeños accidentes está plagado el guión. Las corrientes del fondo del mar son las que nos conducen ese sitio al que no deseamos llegar nunca. Y nosotros, en medio de desesperaciones y baratijas, de cuando en cuando, nos tropezamos con alguien que ya recorrió la parte más llevadera del camino y lo evoca sin nostalgia.

viernes, abril 16, 2004

Tengo un mal presagio. Me compré un par de libros en el día de hoy. No es que me haya convertido en uno de esos enfermos que se compran un par de semana (aunque se me hace que eso es más una invención mía que una realidad cotrastable), simplemente me dirigí a Supermercado Norte con la mira puesta en una resma de papel A4. Mi dignidad se cansó ya de afanar papel en el trabajo. Fui a ver qué había en el sector de libros sin la menor expectativa. En los supermercados sólo puede aspirarse a los best sellers de la peor calaña imaginable (pienso en Coelho, Andahazi, Neruda, García Marquez y siguen las firmas). Sin embargo casi doy con mis asentaderas en el piso cuando veo un enorme libro de Thomas Mann a solo diez mangos. Pensé que se trataba de un error pero preferí que me lo hicieran notar en la caja. Ni sé qué libro compré. Es más: no sé ni quién es Thomas Mann pero el hecho de ser alemán lo catapulta a mi odio gratuito. Creo, según leí en la solapa, que es la primera novela de una tetralogía sobre el José de la Biblia. Después me encontré con la biografía de Arlt que escribió Silvia Saítta. No me gusta el género biográfico. Jamás me había comprado un libro escrito por una mujer. De Arlt puedo decir poco porque sólo leí El juguete rabioso hace muchos años y no me causó gran impresión. Me pareció demasiado enredado. Pero este librito estaba a cinco mangos así que lo dudé apenas un cuarto de hora y acabé por cargarlo en el carrito. A la tarde me entretuve leyendo superficialmente la biografía. Confieso que Arlt me cayó un poco menos simpático que antes pero no voy a tardar en leer Los Siete Locos. El mal presagio se debe en los últimos cuatro años sólo me había comprado un libro. Y malo encima. Era de Martín Caparrós. Seis libros en dos semanas. Y encima se dejan leer. Me quedé pensando. Como diría Nostradamus en La boda de Hitler y María Antonieta en el infierno: algo malo está por pasar.

jueves, abril 15, 2004

Hoy no dejo ningún texto. Dediqué la tarde a compilar las viejas instantáneas de Patagonian News para que estén todas juntas y disponibles desde este blog. Para los antiguos lectores de este sitio no resultarán novedad, al menos por ahora. Pero me dispongo a reescribirlas, ya que sospecho que que debo bucear en esas parrafadas en busca de una historia que aun no he escrito, que ha marcado mi adolescencia y no encuentro manera de sacarme de encima. Para el resto, los textos acaso resulten novedosos (aunque yo sospecho que siempre escribo más o menos lo mismo). La idea es diagramar un archivo temático que haga un poco más robusto este flaco weblog pero al pensar esta idea no contaba con mis escasos conocimientos de HTML. De manera que les dejo el link en la columna de la derecha, esperando vuestras sugerencias para mejorar la navegación de ese espacio y los que puedan venir. Sé que tal tarea sería un poco más llevadera si me pasara a Movable Type, pero no escondo mi recelo hacia ese sistema. Me quedo con Blogger y sus percances tal vez porque fue el primer sistema -dentro de mi conocimiento- que puso al alcance de cualquier lonyipietro la posibilidad de generar su propio diario en línea. Tengan ustedes buenos días, buenas tardes o buenas noches.

miércoles, abril 14, 2004

sueños para Hollywood

1. Hoy mis viejos cumplen treinta años de casados. Hoy hace cuatro años que rendí mi última materia en la facultad. Puedo sentirme tranquilo en mi condición de ex-estudiante. No obstante en esos años han pasado tantas cosas y tan pocas a la vez, que inexorablemente me siento preso en un sueño que se parece a una película en pleno rodaje. En ella soy un actor que no puede aprenderse un guión borroso por litros de lluvia (o lágrimas, que acaso son la misma cosa); soy un director que no transmite su idea; un productor que administra migajas; el montaje es una calamidad en la que quisiera ver arte pero sólo hay un desorden hijo del apuro. Todos ellos conviven en un hueco miserable y se llevan como esos novios flamantes que se aman locamente un día y al siguiente no hallan la manera más apropiada para herirse. 2. Descubro hoy en mí, la necesidad de apelar a una muletilla que me inventé -según consejo de algún tormento pasajero- que me dice que escribo textos para exorcizar mis pesadillas. Ayer escribí que la almohada que estrenaba no me había permitido dormir. Hoy, nobleza obliga, debo anotar que me regaló un bonito sueño que me condenó a ser un reincidente en cuanto a llegadas tarde al trabajo. Soñé que mi madre me daba dos hermanos más. No eran mellizos. Sin embargo, habían nacido casi juntos. La imprecisión del dato se debe a que en los sueños las manecillas del reloj se alejan de cualquier explicación posible. Me desperté sobresaltado, escapando al llanto de los niños y al intenso olor de sus deposiciones. En la radio decían que Rusia retira sus tropas civiles de Irak. Creo que sonreí. Pero no jugué a la quiniela. Era demasiado. 3. Sin embargo, existe la posibilidad de que los textos tomen por asalto los sueños y que de los mezquinos retazos que de ellos nos quedan en la vigilia, trate de componer algún relato. También debo decir que mientras con vivo con los retazos de esos sueños se vuelven complejas algunas situaciones de la vida prática. Digamos que me cuesta más concentrame en esas planillas que me exigen completamente despierto, pierdo el colectivo, tengo la cabeza llena de pajaritos -podría decir mi madre, que es de corto vocabulario y sencilla sabiduría-. Los sueños no se dejan maniatar en un puñado de párrafos. Ingrato el destino de este redactor: escribir textos, soñar, ver sus fragmentos, extrapolarlos, volver a soñar el paño emparchado, recordar y volver a escribir, y que cada vez el texto esté más lejos del sueño y que el sueño sea cada vez más cierto.

martes, abril 13, 2004

requiem

Tiempo atrás. No sé cuánto tiempo atrás en realidad, dos semanas o dos años, no podría ser preciso en el guarismo, me dejaba impresionar por las adolescentes. Si persistiera en ese afán hubiese estado de parabienes en Viedma porque allá, como en todos los pueblos en los que no existe la posibilidad de desarrollar estudios universitarios y la educación superior queda en manos de institutos de mala reputación, mengua bastante el caudal femenino. Quiero decir las mujeres a las que uno puede darse vuelta a mirar sin remordimientos; las de veintipico, por poner una vaga cota. Así, uno sale a caminar pasando las siete de la tarde en estos últimos coletazos del verano (que presagian que vamos a tener un invierno polar cuando éste llegue), y no puede más que chocarse con decenas de muchachitas quinceañeras. Alegran la vista, es cierto, pero a la vez son portadoras de la infección del descuido. Tal vez por pretender que la mujer sea siempre elegante, no puedo más que contrariarme cuando las veo vestidas con esa indumentaria licenciosa, las mechas malteñidas, mascando chicle o pidiéndole cigarrillos a cuanto transeúnte ose caminar cerca de ellas. Alguna vez quise comentarle a una de ellas -sólo porque se mostraba muy interesada en saber y enfatizaba ese interés con una convicción pectoral que envidiarían los que sostienen que las ideologías han muerto- el sinuoso camino que me señalaba mi cosmovisión estrábica. Tarea tan ardua como vana, si lo aprecio retrospectivamente. Después de escuchar mi perorata cansina sólo atinó a decir que todas las respuestas hay que buscarlas en la almohada. Noté, con cierto disgusto, que la almohada era un espacio más bien reducido cuando uno tiene a disposición toda la cama, cómplice silenciosa del soltero atribulado. Reducir el mentado distrito a una superficie tan poco generosa como la que supone una almohada enterró mis expectativas de ahondar en las convicciones pectorales que ella insinuaba. También, y con mayor disgustó, me dí de que hacía años que yo dormía sin almohada. Quizá en su homenaje, apenas terminada esa conversación y sabiendo que cualquier charla posterior sería estéril, procedí a adquirir una almohada. El presupuesto reducido de aquel entonces me deparó la almohada más dura que yo hubiera podido sospechar. Naturalmente no solucioné ninguno de mis problemas. Hace muchísimo que no la veo. Supongo que habrá encontrado algún pretendiente más al tono con sus necesidades filosóficas. O quizá no, y todavía se halle sumergida en el laberinto en el que la dejé cuando le solté la mano. En cualquier caso nunca volverá. Y yo que soy tonto y pobre, hoy jubilé a la almohada dura y me compré otra. Quise estrenarla a la hora de la siesta, pero no pude pegar un ojo.
Así como tuve que soportar El Señor de los Anillos, ya que no es mi estilo desairar a los amigos insistentes, temo que a partir de este jueves no exista manera de esconderme de La Pasión de Cristo. Antes de verla ya me dieron ganas de vomitar.
Qué pocas ganas de escribir hoy y encima no tengo a nada ni a nadie para echarle la culpa.

lunes, abril 12, 2004

la casa esta -casi- en orden

1. He retornado al solo efecto seguir mi trabajo de orfebre sobre las dudas que tan poco me cuesta parir. No ha sido fácil volver. Se confabularon las empleadas e incluso la dueña de la agencia expendedora de boletos, la cantidad infame de carne que como en casa de mi madre y las pocas ganas de volver a trabajar después de estas inesperadas vacaciones. 2. Hace unos días comentaba que me había frustrado por no comprar la obra de Wilcock y Fantasia La boda de Hitler y María Antonieta en el infierno. A riesgo de quedarme sin comer en mi estadía en Viedma, un buen día al caer la nochecita -y desagotarse la librería de los molestos estudiantes que sólo la pisan para comprar las boludeces obligatorias- me lo compré. Grata lectura para el viaje de vuelta. Nunca es lindo volver a casa pero esta vez lo olvidé por un rato. 3. Soy tan mal lector que no me había dado cuenta de que me parodiaban en Alcanzame la pala. Quizá sólo se deba a que Julieta Lagaña en aquel tiempo no sabía usar los links. A cualquiera puede pasarle.

martes, abril 06, 2004

me siento en un banco de la plaza tan sólo porque las várices no me perdonan estas largas caminatas que no conducen a ninguna parte. reviso el fondo de la bolsita, quizá quede una última empanada de pollo qué feas son, no, si mejor es que me siente. en estas ciudades hechas de tedio de oficina, charcos de agua, el mundo detiene su marcha a las dos de la tarde. la calle está desierta y el sol rebelde del otoño pica en mis pómulos. son duros los bancos de plaza, inútil decirlo, quién se sentaría en esta plaza más que alguna pareja de adolescentes con el amor a flor de piel o la calentura, que sé yo, que se acarician, se aprietan, se lamen y todo con la mayor impunidad. pero no todo es impune. si así fuera sentiría menos culpa cuando veo desfilar a esa empleada de banco que oprime contra su pecho la carpetita color naranja mientras llueven sobre mí muy muy despacio las hojas del otoño que llevan la prisa de quien cumple horario.

recuerdo de la caballada

Es un tópico demasiado remanido el que alude a la decadencia de la educación argentina. Mi viejo me comentaba un borroso recuerdo que conservaba del tiempo en que asistía a la escuela primaria. Tan borroso no sería porque me describió con pelos y señales una batalla poco conocida -ya que suele ser dejada de lado en los textos escolares- que tuvo lugar en un paraje próximo a Viedma, en el cerro La caballada. Me asombró como ese relato había calado tan hondo en la memoria de mi padre. Yo, por el contrario, estuve en la torre que es reliquia del antiguo fuerte hace unos 15 años durante una excursión escolar y no atesoraba el menor atisbo de recuerdo. Esa torre data del siglo XVIII y está construida con grandes bloques de arenisca de la zona. Simboliza el esfuerzo de la avanzada de fuerzas nacionales por salvaguardar la soberanía en las regiones sureñas. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1942 y se encuentra en los fondos de la Iglesia Parroquial. También resulta interesante la visita a esta iglesia. Su primera nave se construyó en 1885 y en su interior se conservan las banderas imperiales de Brasil, obtenidas como trofeos de guerra en el momento de la intentona de invasión brasileña de 1827. Las dos banderas, según la tradición pertenecieron a la famosa corbeta Itaparica. También aquí se guarda la imagen de la patrona de la ciudad, tallada en madera. Data de fines del siglo XVIII y es la más antigua del sur argentino. De esa batalla encontré un bonito relato que pueden leer acá, junto a varios otros. Todo eso dentro de un portalito referido a la comarca de Viedma y Carmen de Patagones (Fuerte del Carmen, en la época de su fundación) que contiene datos históricos y de interés turístico.

lunes, abril 05, 2004

actitud Mayer

Creo que al fin este sitio está en línea y como corresponde. Agradezco a Paula que se preocupó por el episodio. No fue nada grave. Anoche me dispuse a actualizar la lista de los links pero a la hora de darle al botón publish el proveedor del servicio no estuvo a la altura de las circunstancias. Ya sabemos de sobra los argentinos que hay que desconfiar de las cosas que vienen gratis. Es ya bastante que vengan gratis como para pretender que su funcionamiento sea óptimo. En criollo: a caballo regalado no se le miran los dientes. No puedo ocultar, de cualquier modo, que me salió bastante humo de la cabeza tratando de componer la situación. Además de mis escasos conocimientos del lenguaje prehistórico de programación la conexión de banda ancha andaba bastante flaca. Eso es lo que llamo actitud Mayer. Puedo estar el quíntuple de lo que demora una persona normal tratando de solucionar un sencillo problema. El hecho es que no soporto perder. Tal vez por eso dentro de un par de días ya estaremos de nuevo en casa con papá. Digamos que no se iría en la situación ideal, ya que tiene que lidiar con una incómoda sonda para cumplir con sus los menesteres fisiólogicos. Pero sacarla demoraría un par de semanas más. Ya me estaba habituando a Viedma y al orden caprichoso de los comercios que han caido en las calles como si alguien los revoleara desde lo alto, lo tarde que abren, lo temprano que cierran y ese tipo de cosas. De no ser por la áspera vida de hotel, podría decir que estoy empezando a sentirme como en casa. Escribí un par de textos que han permanecido inéditos gracias a Blogger. Espero que sean de su agrado. En caso contrario, disculpen las molestias.
1. Hoy al fin me hice una escapada para mirar un rato el río. No queda demasiado lejos de los distritos por los que suelo andar pero hasta hoy he tenido cierta reticencia a echarme a andar sin un rumbo fijo y necesario. El río Negro es increíblemente manso y en un día feriado puede escucharse sin esfuerzo su cortejo a los árboles que lo rodean en ambas riberas apenas separados de él por un balconcito. Alguna vez se llamó Currú Leuvú según el bautismo que le hicieran los mapuches (mapu: tierra; che: gente). Parece decirme que viene lento porque está cansado. Allende los Andes fue dos ríos: el Limay y el Neuquén y viene de regar el verde padre de las mejores peras y manzanas del mundo. Al frente se erige altanera la ciudad de Carmen de Patagones, último orejón de la rica provincia de Buenos Aires. Resulta algo paradójico que, al menos a mis ojos, y desde esta orilla, parezca más ciudad de lo que es Viedma. Al cabo Viedma es un pueblo más, apenas engordado por ser el asiento del gobierno rionegrino pero eso no le ha dado muchos lujos: no vi más que un par de semáforos, sus calles son muy angostas y hasta ahora no dí con un solo desagüe pluvial. 2. Hace quince años, uno de los presidentes más estúpidos de nuestra historia (y los que no habían llegado aun...!) tiró una cortina de humo muy original: llevar la capital al mar, al frío, a Viedma y Carmen de Patagones. No sé que habrá quedado de aquel sueño trasnochado más que un par de avivados en el ramo inmobiliario que se llenaron los bolsillos con los desprevenidos de entonces. Hace poco el mismo estúpido confesó que de su gobierno, lo único de lo que estaba arrepentido era no haber insistido con este proyecto. Con la cantidad de decisiones desafortunadas que había tenido no deja de asombrarme la persistencia de sus toques originales. Evidentemente su memoria selectiva ha borrado demasiadas cosas. 3. Creo que el jueves vuelvo a casa. Estoy casi feliz. 4. Esta es una edición de emergencia. Blogger padece el día femenino y está haciendo que yo pierda la calma. Creo que mañana retornará la normalidad.

domingo, abril 04, 2004

idas y vueltas de un columpio

1. Como era previsible, me cansé de la atmósfera hospitalaria. Cuando vine, con todo el susto del mundo y sin saber qué me esperaba, me preocupaba el efecto que me causaría el olor que se hospeda en estos lugares. Antes no aguantaba cinco minutos sin que me sobrevenga la náusea. Papá hoy anduvo caminando un poco con la incómoda sonda. Se lo ve bien pero a los tipos de acción no les sienta bien tanto reposo; a los tipos duros no les va tanta franela; a los tipos inconformistas les jode mucho tanto bla bla. Cada día que pasa me siento más y más cerca de arar los mismos surcos que ara mi viejo y a la vez tan lejos de parecerme a él. 2. Hace años que vivo solo. Eso implica que cuando estoy de buen humor ponga a la música a un volumen que escandaliza a los vecinos y que cuando me carcome alguna angustia, ésta se multiplique hasta atacarme por todos los frentes mientras yo miro en silencio busco algo en el techo. Pero en estos día que llevo viviendo en hotel he sabido por fin lo que es estar solo. Así el silencio que alquilo a cambio de una mísera recompensa me ha enfrentado cabalmente con las dependencias que padezco, los vicios que guardo de mí en un compartimento que hace las veces de punto ciego. Colijo que soy más despreciable de lo que suponía en un principio. 3. Leer críticas de libros antes que los libros criticados puede conducirnos a no volver a leer. Me gustó abrir El juego de los mundos y no saber nada de él. Sentarme en el inodoro con un libro tan flaquito en la mano y dar con una obra que se escurre tan pronto entre los dedos como si fuera algo cercano a la nada. Y justo lo leo ahora que tengo tanto tiempo para charlar con mi padre lo que me permite ver con claridad los mundos diferentes (aunque simultáneos, pero si lo pienso un poco podría dudarlo) que habitamos las sucesivas generaciones. Puede uno salir a la calle, ver las casas, las caras, las máscaras y que nada resulte extraño. Pero es imposible compartirlo con alguien que ha vivido mucho o recién está empezando. Dejé para otro momento Fragmentos de un diario en los Alpes. Leí la crítica de Piro que dice que es de lo mejor de César Aira y me dio un susto bárbaro. Temo lo peor.

viernes, abril 02, 2004

tío Alfredo

Doblando el pasillo al que la da la habitación de mi padre está la nursery. Todos estos días estuve esperando el momento en que rompa en llanto un recién nacido. Hoy fue ese día. Era la tardecita. El sol se colaba entre las nubes y las cortinas de la ventana hasta dar de lleno en mi cabeza. Sentía el sudor en mis sienes. Hablábamos con papá de mi tío Alfredo a quien debo mi tercer nombre. Y sonó el estrépito del cachorro de hombre que hacía su entrada triunfal haciendo gala de unos pulmones vírgenes. Me emocioné. Hice que papá me contara su versión del día en que nací. Casi puedo decir que vine al mundo en el taxi del Chivo Baez. Lo conozco a él y a mi partero que siempre me saludan casi escandalosamente. Me contó que con mi madre en el hospital de campaña aprovecho su soledad para llorar la temprana partida de Alfredo. Un tipo que se mató laburando, bebiendo, fumando; el tipo al que cualquiera invitaba a un asado porque del hecho más trivial era capaz de generar alguna historia memorable, cada vez mejor, de un humorismo casi épico; un tipo que era sindicalista y al que mataron pero eran tiempos duros aquellos y fue preferible que su certificado de defunción dijera “paro cardio-respiratorio”; un tipo común, pero de esos que uno quiere tener siempre como amigo.
Por recomendación de una lectora de este blog a quien aprecio mucho, en el día de hoy no pude más que incurrir en la debilidad de adentrarme en una librería. Cuántos libros. Cuántos valdarán la pena. Cuántos serán sólo un buen adorno para una biblioteca digna. Cuántos apenas ocuparán lugar, entorpercerán las búsquedas futuras de una cita valiosa, una afortunada nota el pie, un párrafo que brille con luz propia. Pizpeé un poco y la morochita que atendía no me dejó revisar en paz. -Tenés El mundo según Garp de John Irving?-pregunté, un poco para salir del paso, otro poco porque me tentaba leer el libro interminable. -A ver, a ver... es de Tusquets... No, no lo tengo. ¿Querés que lo mande a pedir? -No, no hace falta. Estoy de paso. -Sí? De donde sos? -De Sierra Grande pero resido en Trelew y allá no entro ni de casualidad a una librería. -... -... es que mi carne es débil ante los libros, viste como está el país. Es prioridad comer, pero ahora que ando en alardes de turista... Dejame que mire un poco. Oh no! El casamiento de Hitler y... de J.R.Wilcock!! Qué cacho de sorpresa. Pensé que JR era un autor imposible de hallar. -Cuánto sale éste? -Humm, me fijo. Veinticuatro pesos. La-puta-madre-que-lo-parió pienso para mis adentros con mi mejor sonrisa. Devuelvo al libro a su estante y sigo mirando. -Me interesa Wilcock. Era un loco bárbaro. Me interesa leer a un tipo que compró todos sus libros para que yo no lo lea -le comento a la morocha que me mira con ojos incrédulos. Y yo que pensaba que con esas historias uno podía ganar minitas me siento un borracho que dice sandeces. Esquivo el percance con otro interrogante: -¿Y de César Aira que tenés? -Tengo estos dos. -¿Cuánto salen? -Este quince y este... -duda, llama a la jefa que pedalea un poco y exclama: -Ponele doce. -Hecho. Dame los dos. Así que me fui tan ancho que no entraba en la vereda y casi me olvido de comprarle agua mineral a mi viejo y caramelos para mí que tengo que tapar este terrible aliento a faso. Me compré El juego de los mundos y Fragmentos de un diario en los Alpes. Hace unos años estaba cagado de guita igual que ahora. Apenas conseguí trabajo y con mi primer sueldo me compré una lapicera a todo culo. Deliraba con que era escritor y se imponía un autoregalo de esa categoría. Hoy que sigo pobre abandoné los delirios y quiero leer más de lo que leo. Así que revuelvo los saldos y retazos que andan por ahí ya que en mi aldea no hay boliches tipo Parque Rivadavia en los cuales desenterrar tesoros a diez mangos. Cuando lea los libros les comento. Quizá mañana pero tengo la vista a la miseria así que tal vez no. El que sea buen lector puede comentarme si estuve muy errado en el cambio que hice, mitad por frustración, mitad de gil que soy. Gracias a Damaris y a Néstor que se preocuparon por la necesaria lectura de estos días.

los nombres de la mentira

1. La geografía viedmense no es muy distinta de la de los otros pueblos vecinos. Varias calles que se apiñan cerca del río que no es muy lindo de ver dando forma a lo que llaman “casco céntrico”. No hay edificios de mucha antigüedad. A lo sumo se ve que están venidos a menos. Se destacan un par de edificios de diez pisos, casi ridículos en esta zona en que bien podríamos vivir todos a ras del piso. No descubrí aun cuál es la casa de gobierno. No resalta. Sí noté la pompa de la residencia del gobernador, que es muy parecida a la del gobernador chubutense, con mucha teja paredes blancas, cerco perimetral también blanco, rejas verdes, generosa arboleda. 2. Algo que me hizo sentir como en casa fue el notar que varios locales céntricos, que en tiempo de prosperidad comercial albergarían zapaterías o bazares conservan los restos del proselitismo de estos años democráticos. Ya sabemos que la democracia muere al contarse el último voto y renace por un día cada par de años. Y durante los meses previos a la celebración del comicio se abren estos locales que no sé muy bien para qué están. Hace años los políticos prometían cosas imposibles y la gente los aclamaba en populosos actos públicos. Hoy las campañas transcurren más en los medios de comunicación que en el cara a cara con la gente. Pocos son los políticos de fuste que pueden caminar estas veredas sin recibir insultos cuando no un buen sopapo. 3. Así es que los reductos empapelados con coloridos afiches en los que destaca la cara de “el candidato”, el hombre ejemplar que se ha emperifollado para la ocasión y luce la mejor sonrisa gardeliana que le sea posible. Admiro a los fotógrafos que emprenden la tarea de embellecer los rostros de los caraduras con estudiados contrastes de luces y sombras en los que resaltan las uñas cortas, los dientes blanqueados, la mirada profunda. Poco lugar hay para los lentes culos de botella y los cabellos rebeldes, menos aún para la vestimenta de un tipo común. De empilchar al candidato con ropa normal, si éste no sonríe para la foto (conozco un caso, eh?), puede perderse un cuantioso caudal electoral. 4. Pero lo que más me gusta de esos locales que debieran mostrar multiprocesadoras y zapatos, es que cargan los eslogans con los que nos han bombardeado y defraudado sucesivamente. Me gusta repasar los nombres que adoptan estas agrupaciones de mercaderes inescrupulosos. De algún modo reflejan el país que no supimos conseguir. Leo: “Convergencia para el cambio”, “Frente para la Victoria”, “Alternativa para una República de Iguales”, “Corriente Patria Libre”, “Movimiento por la Dignidad y la Independencia”, “Alianza por la Educación, el Trabajo y la Justicia”. No hemos hecho las cosas bien. En vez de poner manos a la obra cada quien en lo que sabe nos abocamos a tratar de enfrascar tres o cuatro palabras vacías el sueño de los miles que un día, cada dos años, son arriados como si fueran ganado en toda clase de vehículos para que se sientan un poco más libres. Pero después vuelven a su casa y todo sigue igual que antes, sólo que ya no hay promesas y viene el tiempo de la excusa.

jueves, abril 01, 2004

casi editorial

¿Es snob tener un blog? Se salvan de leer mi opinión porque llegué tarde al debate y no sé bien de qué hablan. No entiendo la necesidad de vivir buscando inútiles explicaciones sociológicas en todo cuanto pasa. Pongamos que los weblogs le dan espacio a alguna gente valiosa que no lo tendría de otra manera, que está algo perjudicado, sí, por la proliferación de sitios que no revisten mayor interés. Tal vez el calificativo “snob” va dirigido a ese grupo que tiene un blog sólo porque está de moda pero, ¿cuánto puede durar?, ¿tan difícil es distinguir entre unos y otros? Englobar a “la infección” dentro de un concepto tan peyorativo sólo es entendible entre gente que es completamente ajena al fenómeno y su opinión es sólo valorable como tal. Y lo dice alguien que desconoce cualquier tipo de militancia.

voto en blanco

La última vez que anduve por acá fue en el 92. Viedma es la capital de Río Negro y por lo tanto asiento de la los poderes del estado de la provincia. En aquel entonces veníamos a la Legislatura a representar una obra de teatro con un guión muy malo. Se suponía que en elecciones democráticas los estudiantes secundarios elegíamos un Congreso que, en una jornada legislativa, se abocaría a tratar temas que fueran de nuestro interés. Yo no quería venir así que voté por otra lista. Sin embargo ganamos por una diferencia increíble y resulté favorecido con la excursión. Los temas que tratamos en aquel tiempo estaban relacionados con la reconversión productiva de nuestro pueblo moribundo. El debate fue acalorado. Nos habíamos esmerado en la defensa de nuestras posturas. Sospecho que ninguna de las posturas revestía mayor interés pero las ganas que pusimos fue algo muy elogiado por los asistentes a la sesión. Viendo como se han desencadenado los hechos posteriores se ve el claro contraste entre la enjundia de los adolescentes de hace una década contra la apatía de los legisladores que sólo calientan su silla y a veces ni eso.

voy donde la lluvia

Cada vez que visito algún lugar extraño llueve. Así hace casi veinte años llegue a una Buenos Aires con agua por todos lados. Me asombré porque no había taxis ni colectivos. El transporte urbano estaba reducido un par de atorrantes que remolcaban un carro de una punta a otra de alguna calle de Constitución. Cobraban un mango (¿cuánto sería hoy?) y sólo llevaban chicas con pinta de universitarias con cuadernitos y todo y a algunas viejas que no se querían mojar. Qué desencanto ser un actor de reparto en la urbe inundada. Hace unos pocos años volví a Buenos Aires. Lo primero que compré fue un paraguas porque entre las cinco cuadras que separaban mi hotel del Ministerio del Interior diluviaba y la gente metía puño y codo para pegarse contra las paredes. El borroso recuerdo de mis primeras horas en Trelew es similar. Tal vez ser oriundo de un lugar en el que llover, lo que se dice llover, pasa una vez cada par de años, es lo que me ha estigmatizado. En Viedma hoy salió el sol. Paró una lluvia de varios días que obligó a evacuar gente, a suspender clases y hasta paralizó la actividad del hospital estatal. Todavía no fui a mirar el río. Papá me recomendó que mejor no porque voy a salir con barro hasta las orejas (cuando era bebé me cagaba hasta las borejas apuntaría mi madre). Las veredas no son amigables. Tampoco las mujeres, los mozos de los bares, las enfermeras de la clínica. Pero eso no es una nota propia de Viedma sino de la Patagonia. Si algo puede decirse de nosotros, además de que somos hijos del frío y del viento, es que somos bastante poco amables con el foráneo.
Me encontré entre los comentarios y en mis casillas de correo con numerosas muestras de afecto que agradezco a todos. Afortunadamente esto que pintaba ser el diario de una penuria no es tan malo y parece que las cosas se encaminan. Pronto estaremos en casa y habrá que multiplicar los ojos para que el viejo Mayer (hiperactivo, enfermo del trabajo, luchador; nada que ver conmigo) guarde el debido reposo y no haga las locuras a las que nos tiene acostumbrados. Ayer salió de la terapia intensiva y hoy nos cagamos de risa del estado de las instituciones que se cagan de risa de nosotros. Nos lamentamos por Irak, por Palestina, por Carlitos Tevez jugando de extremo derecho, por Kirchner que es otro bluf... Demasiado dolor por todos lados, sólo que no hay una enfermera vigilando ni sondas ni suero.