sábado, julio 31, 2004
viernes, julio 30, 2004
jardín
jueves, julio 29, 2004
el asombro y el puñal
miércoles, julio 28, 2004
fracasueños
I
II
III
IV
V
martes, julio 27, 2004
El latinismo del día
Prefijo: Ex Significado: Que ha dejado de ser Ejemplo: ExpersonaCuando dos personas dicen de sí mismas que son "ex".... (complete la línea punteada con lo que corresponda) significa que ya carecen de la voluntad de perdurar en ese estado: terminaron, discontinuaron, acabaron, fenecieron. No sé si he sido claro.
lunes, julio 26, 2004
shine on
sábado, julio 24, 2004
haces ases
El extraño caso de los "usurpavidas"
viernes, julio 23, 2004
Hay que ser realmente un boludo para...
jueves, julio 22, 2004
confesalia
martes, julio 20, 2004
lunes, julio 19, 2004
domingo, julio 18, 2004
sábado, julio 17, 2004
en ciernes
Instrucciones de uso
Antes de leer quítese las gafas y los preconceptos. Así verá tan poco como el autor y se inmiscuirá en los recónditos misterios de los tabúes que se quieren transfundir. Lea sin pretender alcanzar un significado: puede que no lo haya. Vuelva a leer. No se preocupe si descubre eslabones de una cadena sin cadena: el autor padece de una creciente levedad y trata de aferrarse al mundo de mil modos distintos aunque carezca de eficacia (Gracias Anderson Imbert). Si todavía no lo ha visitado el hastío practique el copypaste con total descaro. Llévese todas y cada una de las letras, hasta la más despreciable y colóquelas en un documento de Microsoft Word. Ornaméntelo hasta que la gracia llegue a sus ojos. Imprímalo en papel de descarte (se recomienda el reverso de los recetarios de los médicos). Sírvase una copa de vino (preferentemente tinto) y vuelva a leer. Si Vd. es mujer evocará en su espalda la presencia de un cartógrafo con ansias de trazar un mapa de relieves. Si Vd. es hombre sentirá en su paladar la sal de la existencia vulgar del autor. En cualquier caso, sírvase otra copa, cierre los ojos y sueñe.
viernes, julio 16, 2004
miércoles, julio 14, 2004
¿Cogito?
Lilí
martes, julio 13, 2004
lunes, julio 12, 2004
sábado, julio 10, 2004
viernes, julio 09, 2004
jueves, julio 08, 2004
Para Laurita, a quien debo la resurrección de este texto
Esta tarde me ha deparado el susto. Ayer, muy temprano por la mañana, me incorporé a la vida de repente, como si me hubieran expulsado de un encantador tugurio de los bajos fondos, y lo hubieran materializado en una hermosa patada en mi culo. Más aun, al sacar la cara del peso de las mantas he sentido todo el peso del invierno, hecho una carne húmeda, fría, ajena. Juraría que en un solo acto yo levantaba mi rostro, los ojos entrecerrados, el pelo hincándome en la frente y en la nariz y también quitaba mis ojos, mi nariz, mi ser de un charco en el medio de una callejuela desierta en noche de perros. Me sentía la serpiente encantada observando un cuadro tan embriagador como podría resultar el elemental amor de dos perdedores, escribas como yo, extranjeros como yo, mis dos mitades. Ella portadora de la perfecta redondez que puede leerse en sus escritos, presa de las sectas de la autoayuda y el arte cooperativo. El, pura sombra de hombre retorcido de cirrosis, heroico redactor de las artes clandestinas, hecho la inasible furia de un puñal que machaca y machaca. Los miraba, me regodeaba de su danza, de a poco consuelo y venganza, de golpe la vocación por derogar el tiempo que era de ellos, este y sólo este momento. Ella feliz del homenaje a su mejor obra; él feliz de aplicar la estocada punzante que demuele y construye en el coro de una sola voz. Hubiera bastado que cubran mis ojos. Qué necesidad de quitarme el trago y mi dinero para arrojarme afuera, a un charco que suena a alarma de despertador y huele a rutina de oficina. Ayer me sentía en la obligación de plasmar el sueño en un papel o lo que es lo mismo tratar de aprehenderlo fuera de mí. Pero no era un texto que se deje escribir: había que supurarlo. Me dolía en los huesos, pero me faltaba Clarice, algo de ella. Hoy que la tengo, es el sueño el que se ha marchitado, y con el sueño el texto ha muerto. Y el susto es la meridiana certeza de no encontrarlo nunca, engalanando los azulejos de un baño público o mancillando una antología que leen los escolares.miércoles, julio 07, 2004
lluvia/4
martes, julio 06, 2004
lluvia/3
lluvia/2
lluvia/1
lunes, julio 05, 2004
domingo, julio 04, 2004
sábado, julio 03, 2004
Para Patricia, que se inspira con mis historias gatunas
Pronto aprendió que habían otras cosas. No es que fuera especialmente inteligente aunque sí podía decirse que era dueño del don de mirar todo cuanto pasaba a su alrededor y en un mundo plagado de señales hay que ser muy tonto para... No es que le faltaran amigos. Tenía muchos e incluso varios merecían la pena. Pero así como los niños se inventan amigos invisibles para jugar él prefería bautizar con nombres humanos a sus mascotas, casi todas gatos, feos gatos. Sandrita, Rubia, Hugo, Jack, qué sé yo, la memoria se me hace corta de a ratos y se me estropea la hilación, sabrán disculparme. Rubia era particularmente hermosa. Tenía un pelaje muy brillante, casi platinado. A la sensualidad propia de su especie le había sumado un par de ojos enormes, inocentones, tres o cuatro pelos de bigote de una curvatura tal que recordaban a las pestañas de mujer. Eso es. Se parecía a una mujer cuando nueva, poseedora de ese arsenal de seducción desinteresada que desarma al más pintado. En su contemplación no queda otra que mostrar el pañuelo a modo de bandera blanca. Pobre Rubia. Un día, él agarró la bicicleta, síntesis perfecta de su pretensión acrobática y todo terreno con un pequeño espacio en el que todo quedaba cerca, a unas pocas vueltas de pedal, y en ese arranque frenético atropelló a la Rubia. Y ya no pudo ir a ninguna parte. Era todo un desconsuelo lleno de mocos viendo sus patitas quebradas y sus ojos llenos de lágrimas truncas. Era la pena misma verla, especialmente a la hora de comer. El resto de los gatos se le adelantaban y ella no podía ir demasiado lejos con esa velocidad. Su patitas delanteras remolcaban un cuerpito demasiado pesado que, por lo demás, reptaba. La seguía un cortejo de moscas extasiadas por la mierda pegada bajo su cola, tan bonita era que ni así... El por las tardes se cruzaba al arroyito a mirar correr el agua y planeaba echar a la Rubia al agua. Darle una muerte que la arrancara de su angustia arrastrada. Pero volvía a la casa y ya no se atrevía al sacrificio. Se me ocurre que el animal le echaría encima esos ojazos y él se rendía. Tal vez mañana sea el día, pensaba, y se volvía para no mirarla. Y un buen día fue mañana y casi grita cuando ve a la rubia con las patitas traseras erguidas, sin poder moverlas aun, pero erguidas. Eso sí que era una maravilla que no le habían dado los magos en las fiestas. Era mejor que la multiplicación de los panes que le enseñaba el catecismo. Una cosa era leer milagros y otra muy diferente verlos. Temió a natura (el temor como una forma de amor, tema de disertación) cuando la supo capaz de componer lo que él había roto.